Por eso esta muchacha nuestra lo será para siempre y para todos. Porque también hay en el mundo gente que se entrega por amor a los demás. Desde la madre de Calcuta hasta la humilde monjita de un hospital pasando tal vez por alguna desconocida que todos los días sabe cómo atender a un pobre, cómo visitar a un enfermo o cómo tener un rasgo de caridad para el que sufre. Por eso hoy es una tarde muy especial para los peronistas, pero también para los argentinos y para todos los hombres de buena voluntad, cualquiera sea el credo religioso que tengan, cualquiera sea la emoción que los guíe, cualquiera sea la razón que los ilumine. Para todos aquellos que creen en el amor queda abierta esta casa.No necesito decirles que hoy es un día maravillosamente peronista. Y no lo digo por este solcito otoñal, que seguramente acarició a Evita cuando era una purreta y ella se habrá preguntado, cuando aún no soñaba con lo que el destino le tenía preparado, qué maravilloso es eso que brilla allá a lo lejos, sin pensar que ella también iba a brillar desde otro lado también ¿Allá a lo lejos, pero cerca del corazón del pueblo?
Hoy es un día muy especial para quien les habla. Yo vine acá cuando todavía no había sucedido la noche triste del 30 de octubre de 1983, esa que nos avergonzó como peronistas. Vine después para decirles a cada uno de los que me escuchaban, compañera, compañero, no pierda la esperanza, aquí no ha caído ni ha sido derrotado ni Perón ni Eva Perón, sino una cúpula de dirigentes que no los supieron interpretar. Nosotros vamos a reconquistar el peronismo de la victoria. Nosotros le vamos a devolver a todos y cada uno de los peronistas la dignidad y la alegría de llamarse peronistas. Y fuimos cumpliendo con esta promesa. El año pasado, cuando vine en una tarde más fría que ésta, les dije: el año que viene vengo como gobernador a estrenar la casa de Eva Perón.
Y entonces aquí estoy, haciendo verdad aquello de que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar. Yo vengo a decirles que soy el gobernador del pueblo, soy el gobernador que ustedes han querido que sea. Y como yo he sido gobernador porque ustedes han querido que así fuese, quiero estar siempre cara a cara con ustedes; que me miren al rostro, en los ojos, y que ustedes me digan si estoy cumpliendo o no con las promesas que les hice cuando ustedes me eligieron. Y entonces, en esta tardecita otoñal y soleada el gobernador viene y abre las puertas de esta casa que va a ser de ahora en más un monumento histórico no sólo para los peronistas, sino para todos los argentinos. Pero también de muchas mujeres en el mundo y de muchos hombres que se preguntan quién fue Eva Perón; cómo es posible que una muchacha de apenas 26 años -porque ésa era la edad que tenía cuando comenzó a actuar al lado de Perón- en pocos años se convirtiera en la mujer más amada y también más odiada. ¿Quién fue esa mujer misteriosa, pálida, con una piel transparente, con unos ojos que a veces brillaban como dos teas encendidas, pero a veces tenían una sombra gris y triste como si estuviesen anunciando su final prematuro? ¿Quién es esa muchacha débil de físico, pero que tenía una energía arrolladora, que todo lo derribaba, que tenía una pasión que todo lo podía, que se veía en ella la predestinada, la hija de Dios? Por qué la eligió a ella no tengo la menor duda, porque la historia no se escribe como algunos sociólogos o historiadores dicen, con la fuerza del poder, el sable y la guerra. La historia también se escribe con el corazón, con el amor, con la pasión que Evita puso al servicio de su causa.
Cada día aparece una nueva biografía de Perón o de Evita. Alguien que vuelve a hurgar en sus vidas. Que trata de penetrar el misterio de Eva Perón: quién fue, cómo es posible que todavía, a más de 35 años de su muerte, nos reunamos todos y gritemos -porque es un grito que recorre todo el país-: "¡Evita está presente! ¡Evita está presente!"
07/05/1988 -
General Viamonte, Acto recordatorio del 69° aniversario del natalicio de Éva Perón

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